jueves, 22 de diciembre de 2011

La literatura, una manera de vivir

J. Núñez




Por Javier Núñez


La literatura está íntimamente relacionada con la vida. Esta relación equilibra nuestra existencia terrenal. De ninguna manera la literatura es copia fiel de la realidad. De ser así no tendría sentido su existencia. Es cierto que puede tener sus orígenes en la vida real, pero la mayor parte que se narra en ella es trabajo artístico. Entonces, la literatura es un mundo nuevo, una vida creada por un artista. Esta vida creada (ficción) “compite” con la vida real que vivimos. De manera que los humanos llevamos dos vidas paralelas: ficción y realidad. Estas dos dimensiones equilibran nuestras vidas. Pero a todos nos gustaría vivir más la vida ficticia que la vida real.


Necesitamos de la ficción para sobrevivir en este mundo hostil. Cuando hablamos de la ficción no sólo nos referimos a la literatura, sino también a otras formas ficticias: cine, teatro, juegos electrónicos, etc. Sucede que nadie está contento con la vida que lleva, siempre hay algo que no nos gusta de nuestras vidas, por mínimo que sea. Entonces, necesitamos conocer otras vidas. Y nos preguntamos: ¿Cómo será la vida de otros? Esta curiosidad de conocer una vida ajena es una necesidad natural. Es que estamos cansados de nuestra vida rutinaria y queremos saber (incluso experimentar) la vida de otros. Seguramente todo el mundo se queja de la vida que lleva (no sé si habrá alguna excepción). Es decir, nadie es feliz en este mundo. Curiosamente, el dinero no basta para lograr la felicidad. En este trajinar entre carencias, infelicidades, hostilidades necesitamos dejar de lado nuestra vida mísera y vivir otra vida mejor. Eso, desde luego, es difícil de lograrlo, quizá imposible. La única salida realizable es entrar en el mundo de la ficción (literatura u otras formas ficticias). Si leemos un cuento o una novela pasamos a vivir una vida nueva, muy distinta a la nuestra. Experimentamos otras sensaciones, sentimientos, etc. Amamos, odiamos, nos reímos, renegamos, reflexionamos… Es cierto que cuando cerramos el libro se rompe el hechizo y otra vez regresamos a nuestra vida real con todos sus problemas. Pero al menos hubo un momento de felicidad, una oportunidad de vivir una vida ajena.

Por poner un ejemplo, podemos tener la curiosidad de cometer un crimen, pero no podemos hacerlo por varias razones. Si llevamos a cabo nuestro plan macabro terminaremos pudriéndonos en la cárcel. Pero la curiosidad sigue latente: queremos saber qué se siente matar a alguien, qué sensaciones se experimenta cuando le estamos acuchillando, o ahorcando, o metiendo las balas… Una forma de satisfacer esta necesidad sin hacer daño a nadie es leyendo una novela que narre sobre un crimen. Cuando empecemos leyendo la novela nos olvidaremos de nuestro nombre y pasaremos a ser el asesino, y sabremos qué se siente matar a alguien… Es que el cerebro humano no diferencia la realidad de la ficción (imaginación). A modo de ilustración, observemos un objeto, luego cerremos los ojos e imaginemos el mismo objeto. El cerebro procesará del mismo modo la percepción real del objeto y la imaginación de dicho objeto.

Este mecanismo de vivir otras vidas “aminora”, en alguna medida, nuestros problemas cotidianos. Si no habría ficción, nuestra vida sería insoportable. En cualquier momento terminaríamos suicidándonos. A decir verdad, en nuestras vidas juegan un papel muy importante la fantasía, la ilusión, los sueños, las mentiras… Todo ello nos lo da la literatura. Claro que hay otras formas de ficción menores, como el caso de los videos juegos…, que también sirven para sobrevivir en este mundo. Cuando estamos jugando, por ejemplo, nos emocionamos, renegamos…, es decir, vivimos la vida intensamente. Sin estas formas de ficción, la vida sería aburrida y no tendría sentido seguir viviendo.

El acto (ficticio) de vivir otras vidas también nos permite conocer mejor a nuestros prójimos, comprender sus problemas, sus obsesiones, etc. De manera que nuestra convivencia con nuestros semejantes será armoniosa, habrá más comprensión entre todos. Claro está, la literatura juega un papel importante en el proceso de la civilización, o si se quiere, humanización. Por otro lado, la literatura nos permite también conocer el mundo con amplio criterio. Nos libera de fanatismos ideológicos y religiosos…

En síntesis, la literatura sirve (entre otras cosas) para sobrevivir en este mundo caótico.


Artículo publicado en el diario Correo (Puno), 15/12/11





miércoles, 23 de noviembre de 2011

Entrevista a propósito de "Vírgenes y herejes"

Javier Núñez, Premio Nacional de Novela 2011


CONFESIONES DE UN HEREJE



Por Yudio Cruz

El 25 de octubre Bisagra Editores oficializó los resultados del Premio Nacional de Novela Corta “Ciudad Incontrastable” 2011 que dieron por ganador al escritor puneño Javier Núñez, con su novela “Vírgenes y herejes”. La premiación se realizará esta semana en Huancayo. En esta entrevista, Núñez cuenta cómo recibió la noticia del galardón, habla de su obra ganadora y anuncia la inminente publicación de otra novela suya, basada en la muerte de Ciro Castillo.

LA NOTICIA

¿Cómo recibiste la noticia del premio?

El viernes 21 de octubre, por la tarde, mi celular sonó y no pude creer lo que me estaban diciendo. “¿Señor Javier Núñez?”, preguntó una voz. “Sí”, contesté seguro de mí mismo. “Le estamos llamando desde Huancayo…” Cuando escuché esa palabra mágica (Huancayo) hice una asociación rápida con el concurso de novela. “Los jurados acaban de dar el fallo… Su novela “Vírgenes y herejes” ganó el concurso…” No supe cómo reaccionar. Me sentí confundido, inmóvil…


¿No te alegraste?

Las llamadas que te informan que has ganado un premio son únicas, memorables. Las sensaciones que experimentas mientras te están hablando desde el otro lado del teléfono son misteriosas, inexplicables, son momentos de felicidad absoluta… Quise saltar de alegría o lanzarme al lago de emoción…

Y después a celebrar con los amigos…

Claro, quise compartir la noticia con los amigos más cercanos. Los llamé y celebramos con un brindis. Aún no podía creerlo, parecía un sueño. Temí despertarme en cualquier momento y romper la felicidad…


LA ESPERA


Luego ocurrió algo curioso, Correo lanzó la primicia el domingo 23 de octubre pero los organizadores no confirmaban aún los resultados… En Puno se pensó incluso que era broma. ¿Llegaste a dudar del premio?

Confieso que empecé a dudar. Es que el lunes aún no había resultados oficiales. A cada hora visitaba la web de Bisagra Editores y no se mencionaba nada con respecto al premio. Entonces pensé que era una broma.


Algo así le pasó a un famoso escritor italiano…

Ah, Alberto Moravia. Lo llamaron por teléfono diciendo que había ganado el Premio Nobel. Como es de esperar, el autor de “La romana” lo celebró a lo grande, inclusive hizo declaraciones a la prensa. Pero más tarde se enteró de que era una broma de mal gusto…

Pero felizmente en tu caso el anuncio se oficializó…

Sí, el martes 25 de octubre volví a revisar la web de Bisagra Editores, ya con pocas esperanzas. Vi mi nombre y me emocioné como la primera vez. No supe a quién llamar ni qué hacer. Les confirmé la noticia a los amigos. Ahora sí, el premio era mío y no estaba soñando…


LA NOVELA

¿Cuánto tiempo te demandó escribir “Vírgenes y herejes”?


Esta novela la escribí durante el 2008, con una disciplina eclesiástica. Pero mucho antes estuve madurando la idea primigenia. La primera versión estaba narrada en varios planos. Eran dos novelas en un solo libro. Luego me di cuenta de que era necesario ajustar la historia. Muchos planos estaban sueltos; no había una cohesión perfecta entre sus partes.

¿Entonces la tuviste que reescribir?

En realidad, el 2009 la novela, como quien dice, descansó; no la toque para nada. El 2010 me tomé el tiempo para reescribirla. Taché todo lo que estaba demás. De 300 páginas me quedé con 200. Borré varios capítulos y añadí uno nuevo. De hecho, varios títulos desfilaron por la portada de la novela. El 2011 la corregí varias veces antes de enviarla al concurso.

¿Cómo está narrada la novela?

En la novela experimento varios tipos de técnicas narrativas habidas y por haber. Algunas son invenciones mías…

¿Hay un eje temático?

Con relación al tratamiento temático, quise que sea una novela total. Por poner un ejemplo, los temas que se abordan son: conflicto social en el país, conspiración, mito, leyenda, tradición, exotismo, fantasía, ciencia, masonería, civilizaciones legendarias, amor, sexo, aventura, venganza, muerte, etc.

A grosso modo, ¿de qué trata “Vírgenes y herejes”?

La historia se centra en Christopher de la Riva, aspirante a escritor, quien emprende una búsqueda obsesiva de un libro censurado, prohibido para católicos, y cuyos ejemplares fueron destruidos. Solo se conserva uno. El libro narra la historia de tres sujetos sacrofílicos que boicotearon en dos ocasiones una fiesta patronal en Puno (el 2 de febrero), profanaron iglesias, vírgenes y santos, torturaron a los curas, etc.


EL ANUNCIO

¿Estás trabajando en algún otro libro?

Estoy dando los últimos retoques a una novela basada en Ciro y Rosario. Es una historia que combina ficción y realidad... Muy pronto circulará en las librerías.


Entrevista publicada en el diario Correo (Puno), 17/11/2011.

domingo, 20 de noviembre de 2011

"Vírgenes y herejes", de Javier Núñez




Acaba de publicarse Vírgenes y herejes, de Javier Núñez.




La novela nos llamó mucho la atención por su originalidad, por su estructura y su modernidad. Cuando se publique, en noviembre por Bisagra editores, va a sorprender. Javier Núñez promete como narrador. Su forma de abordar la realidad es muy novedosa dentro de lo que es la narrativa andina actual. Considero representa un nuevo aire en la novela que se escribe en el mundo andino, y que representa los cambios en el imaginario literario de esa parte de nuestro país. Esta es una novela muy original, técnicamente lograda, muy imaginativa.



Carlos Calderón Fajardo

(Jurado del Concurso de Novela Ciudad Incontrastable-2011)







más información en:



cel: 951024651



miércoles, 26 de octubre de 2011

Javier Núñez, Premio Nacional de Novela “Ciudad Incontrastable-2011”





JAVIER NUÑEZ OBTIENE PREMIO NACIONAL DE NOVELA “CIUDAD INCONTRASTBLE-2011”



El escritor puñeno, autor de "Espejos de bronce" (2005), "Salomé y otros cuentos" (2009) y "Asesinas" (2010), Javier Nuñez, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Novela “Ciudad Incontrastable-2011” por su novela “Vírgenes y herejes”. Este premio, organizado por Bisagra Editores y el Instituto de la Juventud y Cultura de la Ciudad de Huancayo está dotado con 6.000 soles. “Vírgenes y herejes” fue presentada bajo el seudónimo de Dorian II. El jurado, presidido por el escritor Carlos Calderón Fajardo y compuesto por los narradores Julián Pérez y José de Piérola, han declarado la novela ganadora por mayoría.

El jurado consideró premiar esta novela por “su originalidad en el tratamiento de un tema nacional con recursos técnicos novedosos que lo acercan a las preocupaciones contemporáneas de la novela latinoamericana”.

El jurado consideró premiar esta novela por “su originalidad en el tratamiento de un tema nacional con recursos técnicos novedosos que lo acercan a las preocupaciones contemporáneas de la novela latinoamericana”.

Además el jurado calificador acordó reconocer como menciones honrosas, por su calidad literaria, las siguientes novelas:

-“Me friegan los cóndores”, presentada bajo el seudónimo El caminante, cuyo autor es el escritor Sócrates Zuzunaga.

-“El amanecer de los amaneceres”, presentada bajo el seudónimo de Vox pópuli, cuyo autor es el escritor Pedro Novoa Castillo.

-“Mi tío, el cura” presentada bajo el seudónimo de El Conde de Ñaupallacta, cuyo autor es el escritor José Oregón Morales.


FUENTE: Bisagra Editores


http://bisagra-editores.blogspot.com/2011/10/javier-nunez-obtiene-premio-nacional-de.html


domingo, 16 de octubre de 2011

Las amantes “Asesinas” de Javier Núñez

Javier Núñez


Por Marcos Vilca Jiménez

Luego de un intenso trabajo realizado por Arequipa, se llevó a cabo la FIL 2011, sin situaciones que lamentar sino más bien con muchas novedades culturales a las cuales les tenemos que dar las gracias. Entre la visita de destacados escritores, artistas e intelectuales de diversas áreas de estudio y profesión pudimos conocer a los jóvenes valores tanto locales como nacionales, los mismos que presentaron nuevas propuestas que nos brindan las nuevas tendencias culturales que se están gestando en nuestra sociedad.

Javier Núñez (Puno) es un joven escritor que está escribiendo como “diablo”, el mismo manifiesta que “he encontrado la mejor manera de vivir; escribiendo; soy consciente que estoy casado con la literatura y no necesito más…”.

Madurez literaria

Ya sabíamos que Javier se estaba dedicando a la literatura a partir de su libro “Salomé y otros cuentos” (2009), donde manifiesta sus relatos narrados desde el punto de vista femenino, característica que explota al máximo en esta segunda entrega con diez cuentos intitulados “Asesinas”.

“He crecido escuchando historias, cuentos, leyendas en mi familia y lo reescribía; por otro lado, leía la Biblia y empecé a recrear algunos de sus pajases hasta que un día leí a Mario Vargas Llosa y decidí ser escritor” manifiesta Javier.

Entre la realidad y la ficción

Cuando leemos o hacemos literatura existe una invisible línea que nos separa de la realidad y la ficción, probablemente este límite desaparece en quien se dedica a recrear historias, los distraídos amantes de las artes y las letras, Javier afirma “Yo no distingo muy bien lo que es realidad y ficción, no sé si estoy viviendo en la realidad o simplemente es una ficción la vida que vivo”.

Bolaño y la literatura

El escritor chileno Roberto Bolaño ha encandilado a más de un lector y escritor, esta influencia, fundamentalmente su libro “Putas asesinas”, motivó a Javier a juntar algunas historias que tenían esta trama hasta que construyó su libro “Asesinas” siendo publicado por la editorial “Hijos de la Lluvia” quien apuesta en publicar escritores noveles con mucho éxito, a través del ojo clínico del escritor Walter Bedregal Paz quien manifiesta que “en el autor hay una inflexión progresiva, sus respectivos retoman, como suele decirse, una nueva mirada al cuento puneño, pero que influye lo que antes podía denominarse la preocupación formal e implica una verdadera reflexión, en el texto, ahora con la tendencia erótica más elaborada”.

Proyectos

Próximamente Javier Núñez publicará una novela sobre unos sujetos sacrofílicos.


FUENTE: Artículo publicado en el diario Noticias de Arequipa (10/10/11)





miércoles, 5 de octubre de 2011

Crónica de una visita a Efraín Miranda Luján


EL POETA EN EL LABERINTO DE LA SOLEDAD


No es justo que esté en completo abandono, viendo acabar su vida gota a gota.



Por Javier Núñez


El pasado 01 de octubre visitamos al poeta vivo más grande que tiene Puno, Efraín Miranda Luján (Putina-Puno, 1925). Miranda es autor de Muerte cercana (1954), Choza (1978), Vida (1980) y Padre sol (1998). Actualmente radica en el distrito de Yanahuara (Arequipa). Nuestra visita incluyó el homenaje a su persona que estuvo programado como parte de las actividades de la III Feria Internacional del Libro, Arequipa, 2011. Le hicimos presente la resolución de homenaje y la medalla de honor que envió la Municipalidad Provincial de Puno.

Pero más que distinciones materiales, él necesita atención médica. La verdad, nos conmovió la situación crítica que está pasando, y también nos causó indignación. No es justo que esté en completo abandono, viendo acabar sus días como si nada. ¡No podemos permitirlo! ¿Dónde están sus amigos, sus admiradores, las autoridades?

El escritor Walter Bedregal, el poeta Carlos Mendoza y yo llegamos a la plaza de Armas de Yanahuara (Arequipa) a las doce en punto. Allí nos estaba esperando el poeta Lolo Palza. Los cuatro subimos una calle estrecha y volteamos hacia la derecha. Caminamos media cuadra y encontramos la casa de Efraín Miranda, una construcción típicamente arequipeña.

Bedregal golpeó una de las dos ventanas que daban a la calle. De pronto alguien la abrió y asomó la cabeza. Era nuestro poeta, con el rostro carcomido por los años, los ojos sin color, la cabeza poblada de canas. Después de muchas explicaciones que le dio Bedregal decidió recibirnos. Entramos en aquella casa tétrica y abandonada, mientras Palza tomaba una serie fotos.

El poeta Efraín caminaba a duras penas, con pasos inseguros, como si fuera a desplomarse en cualquier momento. Se le veía muy débil, enfermo como nunca. Nos acomodamos en su habitación que, en verdad, inspiraba mucha desolación. Él se sentó sobre la cama, cual un sabio dispuesto a hablar sobre los misterios de la muerte. Fue maravilloso escucharlo y no perderlo de vista. Ahí estaba, mirando al vacío, uno de los grandes de la poesía puneña.

Bedregal le comentó que vendría el poeta Omar Aramayo. Una sensación de alegría cruzó el rostro de Miranda. Preguntó dónde vivía Omar. “En Lima”, le dijimos. A renglón seguido (no recuerdo cuál fue el pretexto) habló sobre los volcanes y contó anécdotas en torno a ellos. Algo me hizo suponer que esas historias se las había imaginado. Lo escuchamos con las miradas atentas. No había perdido esa chispa de buen narrador de cuentos.

En ese momento alguien tocó la puerta. En el acto imaginamos que se trataba de Omar Aramayo, quien había prometido acompañarnos. Fue Palza quien abrió la puerta. En efecto, Aramayo entró en la habitación y se encaminó directamente hacia Miranda. Lo abrazó con el mayor afecto del mundo y lo saludó. “Omar, has crecido”, le escuchamos decir al poeta. “Te visitamos, Efraín —le contestó aquel—, todos te queremos; en todas partes te hacen homenajes; eres muy importante.” Miranda repuso que a estas alturas de su vida nada era igual. Ya no era el mismo de aquellos años. Ahora estaba muy enfermo y, sobre todo, abandonado a su suerte.

En realidad, no había otro ser humano en la casa aparte de él, ni siquiera alguien que, al menos, le alcance un vaso de agua. Lo que sentía aquel hombre era una desolación infinita, y su soledad le había permitido crearse un mundo solo para él. Nos contó que había perdido la memoria y le costaba reconocer a la gente. Había olvidado las notas musicales y no podía tocar su guitarra. “No puedo ni vestirme, no veo ni escucho bien”, agregó. “Es triste…, muy triste…” Y sus ojos se anegaron en lágrimas…

“Hay un espíritu maligno en este cuarto”, dijo el poeta Efraín. “Convivimos desde hace buen tiempo. Es una criatura que no habla, se limita a incomodarme. Es pura energía, cómo va a hablar. Me lo ha destrozado todo. ¿Ven esa guitarra? Está rota. Miren, el marco de la ventana está doblado. No me deja cambiar de canal…, se entremete en todo lo que hago. En verdad, es un estorbo; no me deja en paz. No entiendo, ¿qué querrá? Le hablo, no me contesta. Le pregunto cómo se llama, quién es. No dice nada. Solamente siento que se mueve. Sé que es un espíritu de una mujer. Pero quién puede ser. Hice una relación de nombres para identificarla. Le dije que diera un golpe a la mesa si acertaba el suyo. Entonces empecé a proferir todos los nombres que tenía escritos. La identifiqué. Ya sé quién es. Ella está en la cuarta dimensión. De allí viene a molestarme. Nosotros estamos en la tercera dimensión. Una vez la vi en forma de esfera dirigirse hacia la puerta. Era ella. Luego desapareció sin darme tiempo. ¿Ven esa puerta? Ahí vive y sale a destrozar mis cosas. Me quiere matar. La otra vez me empujó y me rompió una costilla. También me hirió la cabeza. ¿Ves? (a Aramayo) En esta parte. No entiendo qué quiere. Sólo viene a hacerme la vida imposible…”

Después de intercambiar algunas palabras, Aramayo le hizo presente la resolución de homenaje, mientras Bedregal le entregó la medalla de honor. Nos tomamos varias fotos. “Efraín, eres un hombre fuerte”, le dijo Omar, “eres inmortal; ¡al diablo con los espíritus!… ¡Efraín, Efraín, Efraín…!” Salimos al patio tras los pasos del poeta. Nos tomamos una foto más para el recuerdo y nos despedimos de aquel gran hombre que veía acabar su vida gota a gota…




(J. Núñez, C. Mendoza, O. Aramayo, E. Miranda, W. Bedregal y L. Palza)


FUENTE: Esta crónica fue publicada en el diario Correo (Puno, 05 de octubre de 2011)


lunes, 3 de octubre de 2011

Presentación de "Asesinas" en la FIL Arequipa 2011

III Feria Internacional del libro - Arequipa 2011






Puerta de acceso (Parque Libertad de expresión - Umacollo - Arequipa)






Walter Bedregal y Javier Núñez, en el stand destinado a Puno






Antes de entrar en el auditorio a presentar "Asesinas"






José Luis Velásquez (hablando sobre "Asesinas") y Javier Núñez






Javier Núñez, después de firmar autógrafos






"Asesinas" en la FIL Arequipa 2011





"Asesinas" en Arequipa


Javier Núñez, Carlos Mendoza, Walter Bedregal y Marcos Vilca




La presentación de "Asesinas" en Arequipa fue todo un éxito.



Bastante espectativa y todos los ejemplares vendidos




Gracias..., hasta la próxima



***


martes, 27 de septiembre de 2011

Presentación de "Asesinas", de Javier Núñez



El Grupo Editorial Hijos de la Lluvia, en el marco de las actividades de FIL Arequipa 2011, se complace en invitarlo a la presentación de “Asesinas”, del escritor Javier Núñez.


Presentan



Walter Bedregal
Darwin Bedoya
José Luis Velásquez


Jueves, 29 de septiembre,
17:00 horas
Auditórium Oswaldo Reynoso
(Parque Libertad de Expresión - Umacollo)
Arequipa





Los esperamos


sábado, 17 de septiembre de 2011

El Grupo Editorial "Hijos de la LLuvia" en la FIL Arequipa 2011



El Grupo Editorial "Hijos de la LLuvia"
presente en la FIL Arequipa 2011




Lo más destacado de la
III Feria Internacional del Libro – FIL Arequipa 2011
es que este año se le ha dedicado a la Región Puno, a fin de hermanar aún más a nuestros pueblos gracias a la educación y la cultura.

Por ello, desde este jueves 22 de setiembre (día de su inauguración), la Región Puno
dando muestras de agradecimiento por tan noble invitación, estará presente
mediante sus autoridades que arribarán a la ciudad blanca de Arequipa
junto a una delegación de danzas típicas, música y sus intelectuales que estarán
presentes - coordinando y exponiendo sus obras en el Stand dedicado a la Región Puno.
Asimismo, para el día jueves 29 de setiembre (día dedicado a nuestra Región), estarán presentandose libros, poenencias, danzas y costumbres típicas,
en el marco de la programamción cultural de la
III Feria Internacional del Libro – FIL Arequipa 2011
que iremos detallando día a día, para lo cual quedan cordialmente invitados.
De esta manera renovamos nuestro compromiso con la gran Macrorregión Sur.




viernes, 16 de septiembre de 2011

pronto "La huida de Judas"



Pronto en las librerías “La huida de Judas”.






Algunos temas de este libro son:




¿Obsesión o amor a primera vista?
Una forma de espionaje guerrillero
¿Venganza o deseo lujurioso?
¿Sueño o realidad?
El honor de llamarse Judas
¿Existe la mujer o es invención del varón?









martes, 6 de septiembre de 2011

Javier Núñez: "Ser una asesina es interesante"

Vicente Ytusaca y Javier Núñez



Por Armando Villanueva Turpo



Dices no creer en el amor. ¿Por qué?

No concibo la idea de seguir creyendo en el amor en pleno siglo XXI… Uno tendría que ser imbécil para creerlo… Ya pasaron de moda los conceptos como “amor”, “fidelidad”, etc. El amor es un imaginario que uno concibe en la mente… Uno se engaña al creer que está enamorado, que ama a alguien… Dichos imaginarios son moldes que la cultura nos impone… El amor propiamente dicho, o el amor puro, no existe, más bien el deseo se disfraza de la palabra amor… A este acto tendríamos que llamarlo atracción de cuerpo o algo así…


El profesor Feliciano Padilla ha dicho que al escritor Javier Núñez lo “acosan, de modo obsesivo, temas de encuentros y frustraciones sexuales y asesinatos”. ¿Por qué te acosan estos temas?

(Grave, pensativo) En realidad, estos temas no tienen nada que ver conmigo… Hay que diferenciar dos cosas: El discurso literario y el discurso real. El primero es ficticio, fingido… Es decir, el autor finge al escribir, miente… Por poner un ejemplo, en un poema de amor no significa que el autor esté enamorado, más bien finge estar enamorado y escribe desde esa perspectiva… La literatura es el arte de mentir, ya lo dijo Vargas Llosa… Si alguien no cree en el estatus ficticio de la literatura, entonces tendré que convencerme de que en mi vida anterior fui un asesino, quizá un sicario…

Hay un epígrafe que has hecho en tu último cuentario: Las putas son las mujeres-reloj por excelencia. Desde Catulo a Baudelaire, todos los poetas las han amado. Y quien no las ama o es un impotente o un jodido puritano hipócrita de la peor especie (R. Bolaño). ¿Qué significa una puta para ti?

Las putas significan el fin de la soledad y el principio de la realidad… No sé qué me interesarán de ellas… Quizá sus actitudes de asumir el papel de mujer sin ningún prejuicio. O a lo mejor porque constituyen un buen material para escribir… O quizá porque son sinceras, y van al grano, sin que pierdas tiempo en “floreos” sin éxito… Es cierto que tienes que pagarles…; es que nada es gratis en esta vida… O tal vez porque tienen el cuerpo perfecto: la charapa, la chiclayana, la limeña, la colombiana (ya no ya)… Es raro que a un poeta no le llamen la atención las putas, (efusivo) las “niñas”… Unas tienen vocación para el oficio y otras no. Algunos tratos que recibes son inolvidables… Uno ya no quiere salir del cuarto… Tienen que sacarte los agentes de seguridad (risas)… Algunas son tan cariñosas que te olvidas que existe el mundo fuera de su habitación…

¿Has amado a alguna?

Como “amar” significa para mí “desear”, entonces se podría decir que sí las he deseado…

Hay cuentos cuyos narradores son femeninos; es decir, son mujeres (hembras) las protagonistas que lo cuentan todo. ¿Te sientes verdaderamente una hembra al momento de escribirlos?

(Risas). Mira… Cuando uno está en proceso de creación, se entrega del todo a la ficción. En ese lapso escuchas voces (seguramente desde el más allá) que te dictan los episodios más intensos… Esos espíritus te hacen su esclavo en la tierra, se apoderan de ti… Son ellos quienes escriben en realidad… O sea te utilizan… Cuando termina esta ceremonia (que por cierto es placentera) resulta que el cuento ya está escrito y no sabes de dónde sacaste las ideas… Es que no son tus ideas; más bien son ideas de los seres sobrenaturales que nos visitan a los que escribimos…

¿Qué se siente ser una “asesina”?

Ser una asesina es interesante. Despachas al infierno al hombre que no sirve para nada, esos hombres que lo tienen de adorno (risas). Una asesina es aquella mujer que te destroza la columna vertebral, aquella mujer que te mata si no le satisfaces en la cama…


Narradores como Vargas Llosa, Hemingway, Malraux, Borges, García Márquez, Víctor Hugo, han tenido una activa participación intelectual en la política o en acontecimientos violentos sociales. ¿Cuál sería tu posición política frente a las huelgas campesinas anti mineras de Puno?

Aunque haga literatura de tendencia liberal, tengo ciertas convicciones al momento de asumir posiciones políticas. No confundo la literatura (donde todo es posible) con temas de actualidad. En ese sentido, apoyo la huelga anti minera. Son legítimas las causas de esta huelga, además conozco esta realidad de cerca… Así que no estoy de acuerdo con las ambiciones de empresas transnacionales…


Tienes una despectiva visión sobre los “temas campesinos”. También manifiestas que en “pleno siglo XXI resulta un atraso seguir hablando de temas andinos”. ¿De qué hay que hablar para revertir el “atraso”? ¿Será suficiente hablar de “temas de encuentros y frustraciones sexuales y asesinatos (Padilla)”?


En la literatura predominan los gustos… La literatura es libre, es el ejercicio de la libertad… Así que cada quien sabe de qué tema escribir… Además, el concepto “literatura” es relativo: para uno un texto puede sancionarse como literatura, y para otro no… Alguna vez, en un delirio literario, habré dicho, o escrito, que la nueva literatura puneña debe hablar de lesbianas, putas, homosexuales, borrachos, reggaetoneros, violadores, corruptos, psicópatas, etc. La literatura de denuncia (indigenismo) ya tuvo su lugar… Hay que explorar nuevos temas: cibernética, ciencia, etc.

Tu objeción es nítida: tienen que ser temas sólo urbanos y temas que no tengan nada que ver con un espacio geográfico y hasta cultural como son los Andes. ¿Estos no son más bien prejuicios arrogantes o criterios que caen en el absurdo de los protocolos jurídicos?


En absoluto. Además no constituyen normas literarias lo que uno puede expresar con cierta libertad. Esas objeciones que hago son para incentivar la exploración de nuevos temas, no se debe entender literalmente. El tema del campo ya fue explorado, tuvo su apogeo… Ahora las motivaciones literarias son otras. Hay que buscar otros temas… No sé, hacer algo diferente que las generaciones pasadas… Hay que romper esquemas…


Sé que uno de los escritores que más has admirado es Gabriel García Márquez. Pero ¿qué me puedes decir del “antiquísimo y/o primitivo” José María Arguedas?

No comparto su proyecto literario. Eso es todo. Sus obras no me hechizaron como sucedió con las lecturas de García Márquez… Sin embargo, las obras de Arguedas son referentes obligatorios dentro de la corriente indigenista…, forman parte de la historia de la literatura peruana y latinoamericana, es un testimonio de una época que se vivió…


¿Y qué de la prosa de Jorge Flórez-Aybar?

Desde el punto de vista literario, deficiente. Porque su narrativa está escrita con intenciones ideológicas. En sus textos prima la ideología antes que cuestiones literarias, estéticas. Sus personajes están muy manipulados, no se desenvuelven con naturalidad. La trama está muy pensada, cosa que resulta muy artificiosa…


Para terminar, te cuento que Alexánder Hilasaca tiene pensado hacer una segunda presentación de sus Memorias de una verga en cierto burdel de la ciudad. ¿Saludarías su pensamiento?

(Risas.) En realidad, antes de que se publique “Memorias de una verga”, a mí se me ocurrió la idea de presentar mi “Salomé y otros cuentos” en un burdel, acompañado por dos “niñas” a cada lado. Quizá ellas mismas hubiesen comentado el libro… La presentación, según pensábamos, terminaría en una orgía brutal… Planeamos hacer aquella presentación con los amigos… W. Llaiqui fue el primero en apuntarse en la lista de invitados… Incluso Bedregal estaba dispuesto a apoyarnos… Dijo que el dueño de “Conejitas club” era su “patasa”… Ahora que recuerdo: Cuando llegaron los ejemplares de “Salomé y otros cuentos” a Juliaca, Bedregal, Incacutipa y yo celebramos en una tienda de por ahí, luego en la tienda de Ceci. Eran las once de la noche cuando nos internamos en un club nocturno… Empeñamos los libros empaquetados por unas cuantas cervezas… Ahí estaban ellas, seduciendo a los clientes… Yo perdí el control cuando una loba se acomodó en mi regazo y empezó a contonearse… Bedregal desapareció de improviso. “¿No lo habrán devorado?”, me pregunté…

O sea

Tengo pensado hacer algo similar con mi “Asesinas”…


Conozco tu dedicación. ¿Qué novedad nos tienes próximamente?

En octubre publicaré una novela. Aún no tengo el título. Posiblemente sea “La conspiración de Abimelec”, o simplemente “Abimelec”. Se trata de un libro que habla de tres sujetos sacrofílicos que boicotean una fiesta patronal en Puno, profanan iglesias, torturan a los curas, mantienen relaciones sexuales con las vírgenes y algunos santos. Este libro va en contra de la tradición puneña… Por otra parte, a mediados de agosto haremos la presentación de nuestra revista de literatura “DeBonsái”.

Gracias, Javier





Entrevista publicada en el diario Los Andes, domingo 04 de septiembre de 2011


martes, 30 de agosto de 2011

Suicidio de amor

por Carlos Calderón Fajardo


Por ejemplo, despertar de pronto en medio de una selva, rodeada Graciela de fieras hambrientas que se arrojarían sobre su presa mordiéndole la cara, arrancándole grandes trochas del pecho y ella que se escapa y se mete al edificio, el cable del ascensor se rompe, y cae varios pisos, pero el ascensor no se estrella porque ésa había sido sólo una manera de escapar porque el ascensor se detuvo en el décimo; una puerta metálica y eléctrica se abrió hacia un mirador de cemento: se veía techos sucios de la ciudad, era un sitio hecho a la medida para que Graciela corra y se aviente desde un décimo piso cayendo de nuevo como un huevo frito para después sobre el cadáver tirado en el pavimento vuelen los zopilotes, de entre los arboles salgan las hienas cuando ya los leones relamiéndose se habían alejado de ese lugar hecho al pelo para el suicidio. Habían muchas formas de intentarlo: una, el sueño violeta porque otro color no podía tener el sueño, la muerte al ingerir una píldora, la primera para hacerse la ilusión que sólo se quiere dormir, después uno se embroca todo el pomo y es cuando se entra en ese largo sueño, en un humillo, la sensación de estar flotando, una sensación parecida a la de estar en un recinto con todas las ventanas clausuradas con butapercha, hay periódicos en la ranura de la puerta y luego de tomar posición en una silla, se prende el gas de la cocina y se deja que el gas se escape lentamente, entre por las narices y es cuando se nos viene el sueño violeta, el enorme sueño en el que tú ves a una mujer que se eleva por el aire, Graciela ahogada por el gas, envenenada por una sobredosis de píldoras y en un claro de aquella selva, los restos quedan a la vista y paciencia de cristianos, son carne para las fieras y velocidad de caída para los curiosos que se amontonan al pie de edificio cuando una mujer está por arrojarse de un décimo piso. Para Graciela todos esos intentos, qué se iban a comparar con el andar lentamente, por la arena, descalza, recibiendo el vientito del amanecer en las mejillas, mientras la espuma vuela con el aire por la orilla. Aquel momento macanudo cuando todo el cuerpo se va metiendo vestido al agua, paulatinamente el agua va tapando a la mujer hasta que el mar empieza a desvestir a la suicida: abiertos los brazos de la blusa, revolviéndose el traje dentro de una ola mientras los pulmones de Graciela revientan con el agua salada que va ingresando a raudales hasta que ella siente que la cara se le infla como un globo. Y el globo revienta como un balazo, es decir ese sonido, la típica y clásica imagen del suicidio: despacio la pistola hasta la altura de la sien, apretando el gatillo aun más despacito, dándose cuenta del último clic, rapidísimo el clic y ese sonido derramando pólvora justo en el momento en que ya no se siente nada, se flota en una especie de limbo.
Porque yo estaba seguro de que tú Graciela te me querías suicidar. Pero ahora sé que estás viva porque escucho la llave que metes por el ojo de la cerradura.
Puedo adivinar que aprietas un papel en lo que hay digamos una carta que me sé de memoria.
“Nos vimos pero no me reconociste, todos estos días me he cruzado delante de ti con la esperanza de que me reconozcas, pero parece que por desgracia ya no te acuerdas de mí. No puedo seguir sin verte, Si uno de estos día me hago del coraje para ir a tocar tu puerta, espero que me recibas como si no hubiese pasado un solo día en estos diez años” Firmado: Norberto.
Este mensaje te lo mandó el antiguo enamorado tuyo y el enamorado se ha cruzado en la calle con Graciela sabiendo lo que ella se le revuelve en el pecho. Porque en circunstancias así, Graciela, para ponerse tranquila se va a pasear, había andado unas cuantas cuadras y asomaba sobre el mar, volvía por el malecón de progreso a su casa porque Graciela vivía muy cerca al parque en el edificio bastante nuevo, construido altísimo en la mitad de la calle. En la esquina el antiguo enamorado se sobrepara. La había visto bien de lejos, de repente fue la timidez, el hecho es que la vio desencajada, no se acercó, la siguió las cuatro cuadras desde la avenida de los tranvías hasta el parque; volteó, lo reconoció al aproximarse; nadie de equivoca cuando una mujer tuerce el cuello como lo torció Graciela. El antiguo enamorado a pesar de mirarla directamente a la cara, no había podido impedir que Graciela siguiese caminando. El viejo enamorado dando enormes saltos de calle en calle para cruzarse con ella que iba siendo empujada como cuando un animal lo empuja el fuego hacia afuera de la selva, o como cuando alguien se lanza desde el último piso de un edificio. Eso en aquella cuadra como si fuese pasatiempo normal de un mujer que regresa a su casa el ponerse a imaginar las diferentes modalidades para quedar bien muerta. Querer el suicidio después de haber visto a Norberto, luego de que no pudo hablarle, tirarse del malecón al mar, como si matándose fuese a decir ya no pienso más, ya no me acuerdo más de él, él no ha cambiado y si ha cambiado yo muero bajo las ruedas de un camión. Es cuando todo adquiere color violeta, cuando una mujer como Graciela se para delante de una vitrina, esas es una tienda de artefactos eléctricos y es completamente lógico que ella imagine que está en una habitación como en una burbuja llena de gas, ahogándose, llorando, cayendo al piso morada y sin aire. Muriendo lentamente hasta que el ruido de la llave en la cerradura la despierta, la saca de ese limbo, la vuelve a la realidad que no es otra cosa que la de vivir diez años con un hombre que no es Norberto que en el departamento se pasea con el periódico bajo el brazo de una pieza a otra. Ese hombre raro que Graciela no conoce, que no hace otra cosa: repetir el mismo discurso de siempre, hablarle a Graciela de su sexo, de sus impotencias, de sus incapacidades, de sus miedos, lo suficientemente fuertes como para botar a una mujer con tanta cháchara a la calle, huyendo, escapando Graciela hacia la selva, hacia el mar, sufriendo esa mujer, en cada salida, mil muertes imaginarias, para después, como los asesinos, volver testaruda al lugar del crimen, regresar de nuevo al departamento, meter de nuevo la llave en la cerradura, quedarse con la llave en ese sitio, una llave que no termina nunca de dar vuelta.
Porque yo sé que está allí, Graciela. Sé que estás dudando, que no abres porque me ves como en cine o fotografía, prendiendo la lámpara de pantalla color canela, abriendo el periódico y dejándolo sobre el sillón, comiendo una de las dos peras que dejaste en la cesta sobre la mesa del comedor, para después finiquitar la pera abrir el refrigerador y sacar la botella con agua helada para sorberme un trago del pico. Debes de creer que estoy echado en la cama sin tender pero te equivocas en redondo porque no estoy allí.
Estoy en el sillón de la sala. Y ahora Graciela como estatua tras la puerta y yo refundido en ese sillón. Yo estaba por hacer lo que en las tiendas se llama un balance. Aquella noche, si, diez años atrás, esa bendita noche. Los dos, Graciela y yo, en una fiesta, en un apartamento lleno de globos y mascarones de papel, una fiesta de empleados, solteros y borrachos. La pierna de Graciela cruzada para que yo le viera la pantorrilla porque Graciela, con medias color carne, era distinta en ese tiempo, con su vestido a la moda en la época de la minifalda. Suenan los cubitos de hielo en el vaso. Acababa de alquilar, hace un mes nomas, un departamento muy lindo. No bailamos; nos la pasamos dándole a la conversación, toda la noche en un rincón repleto de almohadones, las parejas se apretaban bajo luces indirectas, típico en fiestas de este tipo. No pude hacer otra cosa que decirle: no te preocupes por la hora Graciela, porque yo la iba acompañar a su casa. un taxi en la esquina porque el Volkswagen yo todavía no me lo había comprado y cuando paró el carro, de un salto me bajé detrás de ella, pagué el precio de la carrera mientras ella había abierto la puerta principal del edificio; el ascensor subía, ninguno de los dos hablaba porque lo mejor es quedarse callado en ese momento a ver qué dice la otra persona; aquellos gestos evidentes al bajar, el departamento, Graciela, lo había arreglado con muchas flores, un retrato de payaso en la sala y ella me dice hasta acá nomás. Como si de pronto me hubiesen dado un baldazo de agua en la cara, como si despertase de una larga borrachera de varios días, porque en cierta medida la fiesta había sido la coronación del clásico asecho del cazador a la presa, ella como venadito y yo como león listo a comerme aquella carne. Habíamos salido con Graciela a diario en una semana que coincidió, por una de esas casualidades de la vida, con comunes vacaciones pedidas en abril para aprovechar todavía de la playa y no malograr el horario de verano pidiendo las vacaciones en marzo. El lunes en la playa y yo que era aficionado a la lectura no sé por qué pero me puse a perorar sobre el suicidio de Alfonsina Storni, tal vez porque ella me dijo no te vayas a reír Norberto, me gusta escribir poemas, y que si me portaba bien me lo ibas a leer, en realidad en lo que nos metimos fue en una especie de juego, hacer que en esa playa desierta Alfonsina fuera perdiendo una a una sus ropas mientras lentamente entraba en el agua. Y fue cuando Graciela hizo saltar como un conejo el folklor argentino, un disco de Mercedes Sosa, una canción que justamente habla de eso. Rápidamente yo le dije: conozco el disco, lo conozco. Es que no me imaginaba calentando a una hembra con canciones de Mercedes Sosa como música de fondo, yo metiendo el caballo a Graciela mientras la chola le canta a la maestra argentina, ni de vainas. Veo que se me están confundiendo las cosas. Vuelvo, regreso a lo de Alfonsina. Y ella entornaba los ojos. Nos besamos la tarde entera echados en la arena, y hasta ahora no lo comprendo, debí de haberlo metido el chuncho aquella vez; detrás de nosotros sólo el ruido de las olas, y ese día en la playa, ella, no sé si decepcionada o púdica, diciéndome al atardecer que tenía que regresarse temprano y no le pregunté por qué, porque me habría respondido: voy a recibir la visita de mi tía Eulalia, no sé si Graciela tenga una tía Eulalia pero no importa.
Nos vimos al día siguiente. Flechazo de amor. Al día siguiente fue un martes y ella, resabida, no quiso volver a ir a la playa. Le dije vamos a Barranco y ella subió al colectivo hablando de la poesía de Eguren pero yo no pensaba en Eguren sino en matorrales bien tupidos, en los mil lugares ocultos del balneario, pero ella no quiso ir al malecón, y nos estábamos paseando por la Laguna cuando de sopetón nos dimos de cara con la entrada al zoológico. Graciela nunca había estado y entramos. Al principio todo era risa y divertirse mucho, cada con una nube rosada de azúcar y ella copiándole la mueca a los monos y yo filosofando; no había que burlarse de nuestros antecesores y nos reímos mucho porque abundaban los parecidos con personajes de la historia y con artistas de la televisión. Riéndonos a gusto cuando de pronto ella se quedó muda. En la jaula grande estaba el rey de la selva tragando una tremenda troncha de carne, los colmillos impresionantes y la manera de comer también. Y allí fue que metí la pata, porque por mi mala costumbre de filosofar a cada rato, dije que sería terrible encontrarse con un león en plena selva y ser comido con zapatos y todo. En seguida Graciela se vio destripada en el bosque, se impresionó tanto que ahí nomás acabó la excursión al zoológico. Perdió el habla porque no habló cuando salimos del parque y no habló tampoco en el colectivo. Después, en un café de Miraflores, mientras ella avanzaba cómodamente haciendo desaparecer un helado, yo me decía: “No me llamo Norberto sino me le meto entre sus piernas”. Le miré las pantorrillas, pero cuando le dije ¿Y? ¿te vienes a conocer mi casa? podrás escuchar todos los discos de Mercedes Sosa que quieras, ella me contestó diciéndome que la tía Eulalia se iba de viaje y que a la tía le daban un party de despedida. Debo de haber olvidado qué hicimos el jueves, la llamé por teléfono porque lo único que me acuerdo es que la llamé por teléfono; lo curioso fue que aceptó ir a mi departamento a escuchar cualquier clase de música menos a Mercedes Sosa porque la gorda la ponía triste y ella no quería estar triste cuando salía conmigo. El timbre en la puerta, era una campanita, y yo me había bañado, oloroso bajo la seda de mi bata japonesa, el disco de Mantobani bien bajito, la cama lista, las sábanas limpias y el espejo estratégicamente colocado, las campanitas que suenan y yo que corro a la puerta, gritaba en silencio: entra, entra culito lindo que ahora sí no te me escapas. No sé si fue la bata, o mis pies bien lavados, o las pantuflas, desde la puerta el dormitorio como una selva a la cama como la boca de un león, pero algo debió ser, la cosa es que no quiso entrar, y allí fue que cometí el primer error: quise forzarla, la jalaba para que entre y ella lloraba y yo ridículo en bata. Se me habían quitado las ganas, y ella salió corriendo, casi se cae del décimo piso y digo casi se cae porque a mí me dieron ganas de cargar la en peso y arrojarla a la calle. El ascensor descendía, pero yo estaba confiado: ándate nomás porque el sábado no te me escapas. Eso fue lo sorprendente, el día de la fiesta. Siguiendo con la tradición cometí un error más grande que la anterior: Graciela estaba en la cocina preparando el café, yo en la sala sin zapatos, en puntillas me fui hacia ella, cuando estaba a tiro me abalancé sobre Graciela, la arrastré de cuarto en cuarto y cuando llegamos al dormitorio sonaron las trompetas de los arcángeles porque esa es la música apropiada para violar a una mujer. Lo hice, sí, eso se explica cuando se ha salido con una, y después se sale con otra y con otra, te dicen no justo en el momento en que uno ya está loco, toda la vida lo mismo, como disco rayado el no, hasta el momento en que ya no aguantas más; a esa altura del partido, tú estás solo con Graciela, agarras a Graciela como un animal muerto y la arrastras hasta el dormitorio y allí se lucha contra cierres que no se ven, imperdibles que punzan y broches con soldadura. Y es cuando ella grita y llora. Yo me levanto de encima de Graciela y un olor picante rampaba por todo el departamento, eso porque ella había estado preparando el café, y porque mientras ella había estado saliéndose el gas de la cocina, al punto que cuando salí amarrándome los pantalones, la fiesta era ya justo el sitio que han elegido dos amantes frustrados para suicidarse.
Diez años desde ese día y ni yo ni Graciela ya no éramos los mismos. Yo sentado en el sillón de la sala y ella caminando por el malecón, mejor dicho yo sentado en la sala con el periódico abierto y comiéndome una pera mientras Graciela dudaba en abrir.
Lo primero que hizo cuando entró fue hacerme aquella pregunta, el papel bien sujeto en la mano: Esta nota es tuya o de Norberto, diciéndolo muy seria. Mía no es, respondiéndole con la misma seriedad. Entre el hombre que Graciela recordaba y yo, el verdadero bolondrón no habría comenzado. Volvió de nuevo a la carga: No mientas, dime: esta nota es tuya o de Norberto. Ya te he dicho que no es mía. Lo increíble del asunto era que para Graciela era dos al mismo tiempo, el que fui y el que era. No se daba por vencida, siguió fregando. Por favor, dime: esta nota es tuya o de Norberto. No seas cargosa. No debí de haberle dicho nada, cuando le decía cargosa ella perdía los papeles. No debí de contestarle, porque el Norberto con el que Graciela vivió la semanita romántica de playas y Jardín zoológico se había quedado a vivir en su recuerdo, Norberto como hombre que tercia, diferente a sí mismo. Y ella, allí, con cara de gata resentida y el departamento oscuro, apenas si entraba luz por los resquicios, la persiana llena de polvo. Yo, apoltronado en el sillón, el cuerpo tieso, los nervios en punta y apropósito no había corrido la cortina ni tampoco prendí la luz de la lámpara. Si Graciela quiso ir a darse una vuelta por el malecón, ponerse a mirar el mar, yo en cambio, me había quedado a gusto solo, en la oscuridad, dándole vueltas a lo de Norberto, pensando en mí mismo, recordándome cómo fui.
—¿Cómo está Norberto? —preguntó.
—Igual —contesté— hace rato que no sale del baño.
—¿Dijo sí?
—Creo que sí, no soy yo el que se lo va a preguntar.


Graciela en el otro sillón, muda como una tapia. Y el  pícaro chispeo en sus ojos era porque yo tenía que sacar a Norberto del sitio, hacerlo volar de la vida de Graciela. Graciela jalando la cortina y la luz del sol se mete en la sala y eso no me gustó, pensé que en el relumbrón ella se podría dar cuenta enseguida de eso, que yo era el mismo Norberto. Pero felizmente no pasó así.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Graciela.
—Ya te lo he dicho, está en el baño.
—Quiero verlo.
—Déjalo tranquilo.
—No, quiero verlo, quiero verlo.
Cómo decirle no a la mujer testaruda que quiere ver al que fue su marido, en el baño, eso es algo imposible de poder impedir.
En el baño, una ventana lateral, los vidrios nublados creo que se llaman pavonados. Pero Graciela empujó la ventana, la dejó entreabierta.
Norberto increíblemente nervioso, y sus pasos medrosos en las losetas frías y aquel temblor de pies a cabeza como si fuese al matadero cuando en realidad era acercarse al espejo de Norberto, la verdad, lo que había hecho que en diez años Graciela lo mirase como un bicho, Norberto sin desvestirse completamente nunca, escondiéndose en playas y piscinas, con miedo de ser descubierto. Pero a Norberto lo miraban desde una ventana, en el espejo del botiquín, mejor dicho poniendo el botiquín sobre la tapa del wáter, allí a la altura exacta. Lo has hecho mil meces en tu vida Norberto y de qué te ha servido, como si cualquier mañana, después de una noche de insomnios, fueses Norberto a despertarte, a levantarte de la cama, diferente, otro, acercándote al espejo. Mirándose Norberto esta vez con un último hálito de esperanza, con el último entusiasmo, encontrándose de nuevo con la misma decepción: y en la mitad del espejo los pelos enroscados, y el sexo bien muerto, y una parte del muslo y del ombligo. Norberto recordando circunstancias iguales a esa, buscando, en su niñez, en su juventud, en su años de casado, soñando con una querida y Norberto lo que hacía era ir a fiestas a ver si allí se salvaba, si en esa fiesta encontraba la mujer que le iba a decir que lo podía hacer feliz, pero eso no pasaba nunca Norberto y por eso ibas al burdel, amigo de las putas, y era cuando te sentías un animal, alguien que se suicida, que toma píldoras, que se duerme para no despertar, que se quiere morir, Norberto. Porque en ese Norberto había alguien que no dejaba de mirarse, diciendo: este no soy yo, yo no fui así, debajo de mi cuello ahora hay otro que no soy yo, y que soy, un impotente, un medio maricón, un incapaz, un monstruo, de la naturaleza, hasta los perros Norberto, menos tú, porque si quieres puedes ir al zoológico y constátalo, que toda la naturaleza funciona correctamente menos tú Norberto. Esa es la otra cara de Norberto. Y él, espejo, resistiéndose al suicidio, a cortarse las venas, ahogarse en la bañera, dejar que la sangre chorree en el lavatorio hasta desangrarse, hasta desaparecer, porque ese espejo es un mar blanco, un mar quieto, extendido, Norberto. El resto de la vida mirándose, cualquiera podía mentirle menos el espejo y ya Norberto no podía salir del baño, en cierta manera su muerte tenía la música necesaria, es decir, las trompetas de los arcángeles. Graciela cerró despacito la puerta del baño.
—¿Quieres café? —preguntó.
—Sí, pero no muy cargado.
El agua en la cafetera y la cafetera en la hornilla. Yo lo noté en seguida, estaba muy tranquila moviéndose suave, como después de un baño o un masaje. El nervioso era yo, todo había sido continuar la misma cuerda durante diez años y en los siguientes minutos se acababa esa cuerda para empezar otro rollo, otra película, otro cuento, vaya a saber qué.
—No crees que te olvidas de algo…
—De qué.
—Dijiste gratuitamente mucho de mí…
—¿Y quieres que te compense?
—Sí.
—Bueno.
Pero no era fácil liquidar a Norberto, Graciela planeó la muerte más sangrienta, la más inimaginable. Norberto desnudo en medio de la selva. Después sin que ella diga nada, un enorme león melenudo aparece de entre los árboles y de una sola y primera dentellada le saca una tremenda troncha a Norberto, la fiera que se atraganta mientras los zopilotes y las hienas esperan a que el león moviendo la cola se aleje nuevamente hacia la selva, es cuando una escena sangrienta necesita de un complemento, que en lugar de un león aparezca un tremendo vehículo, se aproxima por la calle como si un camión también fuera una fiera y aplaste a Norberto que ha salido corriendo del departamento, casi desnudo, del baño, como si aquel baño fuese una selva en donde hubiese quedado el gas prendido; Norberto ahogándose había podido romper los vidrios pavonados saliendo a la calle en busca de aire puro, de la misma forma como alguien que alguien ha comprado un arma asesina en un establecimiento de artefactos eléctricos, regresa al lugar del crimen para quedarse contemplando la vitrina, el sangriento instrumento. De allí en adelante las salidas se harán más limitadas. Norberto perseguido por un león, un camión y una cocina, entrará corriendo a un edificio. Sube el ascensor; cargado el ascensor con tan tremendo peso: un camión, una cocina y un león, se desploma abriéndose como una flor al estrellarse pero librándose esta vez de la muerte Norberto porque Norberto se había quedado suspendido en el aire, como en el limbo, colgado de un fierro, alzando las patas para conseguir trepar después de muchos esfuerzos nuevamente al piso décimo con la cabeza que le da vueltas, con una especie de sueño que no tiene otro color que uno violeta; muy violeta como es el color de la muerte, cuando a Norberto, que se ha salvado del león, el camión y la cocina, no le queda otra cosa que arrojarse de ese décimo piso hacia la calle para que la gente disfrute del espectáculo, de la velocidad de la caída, de un muerto tendido en el pavimento, de la misma manera como un cadáver queda en el claro de la selva expuesto como un cristiano a ser carroña de los animales más bajos.
—¿Contesta?
—No, te has olvidado de algo.
—Espérate, déjame recordar… Si ya sé, me olvidé del ahogamiento en el mar.
—No, deja eso, no sigas profanando la memoria de la pobre Alfonsina.
—No dije nada.
Se escuchó el balazo dentro del baño, el clic rapidísimo y el olor a pólvora en toda la casa. Norberto no era nada y flotaba en el limbo sin regreso.
Graciela servía el café, estaba que me lo servía y yo sentía aquel calor de hembra que ha comido algo raro porque Graciela había rejuvenecido, tenía el calor de la mujer que ha botado al hombre que no la hacía feliz para agarrar a otro y empezar de cero. Los ojos distintos como si despertase después de haber estado durmiendo un montón de tiempo. Norberto se había suicidado y se acababa el sueño violeta.
—¿Ya te cansaste de pensar en Norberto?
—Sí ya me cansé —contesté titubeando.

—Si te cansaste, entonces, chiquito zonzo, ven aquí, pero por favor esta vez apaga el gas, quieres. 


domingo, 21 de agosto de 2011

La predicción

Por Javier Núñez

Jorge Gutiérrez se estaba rasurando las barbas cuando escuchó predicciones para su signo. Atención Leo: Hoy es un día propicio para reconciliaciones. Si acabaste con tu pareja, no dudes en pedirle una oportunidad; los signos dicen que ella, o él, te escuchará, y serán felices como antes… Su número de la suerte es el 10. Gutiérrez —que hace una semana había terminado con Mariela— tomó en serio la predicción y dijo para sus adentros: Aún tengo esperanzas… Salió de su casa a las diez en punto, tomó el colectivo número 10, pagó el pasaje con un cheque de diez nuevos soles y se apeó a diez metros de la casa de ella. Tocó el timbre diez veces sin éxito. De pronto se estacionó un auto. Mariela bajó del carro acompañada por un tipo apuesto.


—¿Qué diablos haces aquí! —profirió ella—, vete, no quiero verte…; por si no lo sabes, estoy con mi novio.


Jorge no encontró otro remedio que retirarse. Al día siguiente fue detenido y acusado de un crimen. Lo encerraron en la cárcel de la comisaría. Horas después, el teniente le preguntó:

—¿Señor Gutiérrez, por qué disparó contra Vilma Zabala?


—Porque me mintió, me tomó el pelo.


—No se le entiende, señor Gutiérrez… Explíquese…


—Iré por partes: ¿sabe?, soy de signo leo…, y la señora esta, que en paz descanse, ayer dijo por radio que era un día propicio para reconciliación de parejas… Por eso le metí diez balazos.


martes, 2 de agosto de 2011

LA GENERACIÓN PERDIDA



Por Yudio Cruz


¿Por qué los literatos peruanos prefieren escribir poemas antes que novelas?, le habrían preguntado cierta vez a Mario Vargas Llosa. Porque son unos flojos, habría sido su respuesta. Si la opinión del Nóbel fuese cierta, nuestra región sería la capital del ocio. Y es que de cada diez escribientes altiplánicos, nueve por lo menos emborronan versos. No en balde se dice que en Puno todos son poetas mientras no demuestren lo contrario.



Así, la literatura puneña está copada, si no infestada, de rapsodas. A tal punto que fue necesario “importar” un narrador nato desde Abancay -Feliciano Padilla- para que el nombre de Puno figure mal que bien en los premios Copé y las antologías del cuento peruano. Claro que después emegerían del lago otros cuentistas de valía como Elard Serruto, Adrián Cáceres, Christian Reinoso, Javier Núñez, etc. Tarde nos enteraríamos que un tal Carlos Calderón Fajardo, narrador de talla internacional, había nacido en Juliaca.



En poesía, como ya se dijo, nos sobran los nombres y los versos. De buenas a primeras esta inflación poemática parecería un motivo más para ensalzar a la ciudad del lago. Pero si apartáramos la maleza del jardín, quedarían a lo mucho una decena de poetas: Oquendo de Amat, Alejandro Peralta y Alberto Mostajo; Omar Aramayo, Efraín Miranda y Vladimir Herrera; Alfredo Herrera, Luis Rodríguez…y otros que no consignamos por falta de espacio.



Después del clímax vanguardista (Oquendo, Peralta, etc.), la lírica puneña reflota en los 60 con la célebre Promoción Intelectual Carlos Oquendo de Amat integrada, entre otros, por Omar Aramayo, Percy Zaga, Gloria Mendoza, José Luis Ayala. Luego vendrán los vates de los 80: Alfredo Herrera, Boris Espezúa, Lolo Palza, etc. En los 90 se hablará de una prolífica “generación de fin de siglo”: Simón Rodríguez, Wálter Paz, Gabriel Apaza, Fidel Mendoza, Edwin Ticona, Luis Pacho, Darwin Bedoya, Edy Sayritúpac, Luis Rodríguez, entre otros… ¿Y después de los 90?



Fueron Darwin Bedoya y Luis Pacho los primeros en hablar -o sugerir la idea- de una flamante camada poética distinta a la de ellos. La denominaron “generación del post-2000”. Empero, según Bedoya, estos novísimos estaban en la calle pues sólo habían perpetrado “versos huérfanos de toda arte poética”. Pacho estaba de acuerdo. Para él, la tradición poética puneña había concluido con la generación de fin de siglo; no obstante, de entre los novatos había que rescatar a los menos malos: Velásquez, Talavera, Ticona y Huamán.



La reacción de los aludidos no se hizo esperar. La conclusión de que todos los novísimos son malísimos es apresurada, se alegaba. Hasta se habló de “estos cinco”: Incacutipa, Ligue, Quispe, Huamán y Cruz. Craso error. Al presente, de los “cinco esos”, cuatro por lo menos perdieron la brújula. La desbandada de esta fallida generación poética era fácilmente previsible y sus apologistas no quisimos darnos por enterados.



Pacho y Bedoya estaban en lo cierto. Finalmente el tiempo les dio la razón. Huelga decir que la poesía del post-2000 está a leguas de la poesía de fin de siglo. Ninguno de los otrora novísimos puede parangonarse con los mejores exponentes de los 90. No hay entre aquéllos un Simón Rodríguez, un Darwin Bedoya, un Luis Rodríguez. Las posibilidades de que eso ocurra son cada vez más remotas.



“Generación perdida” denominó recientemente Bedoya a ese puñado de ex jóvenes, nacidos entre fines del 70 e inicios del 80, que hace un lustro o más pugnaban por pegarla de novísimos vates de la lírica altiplánica. Remedos estériles, innovación nula, carencia de nuevos referentes, producción nimia y baladí, etc., etc., son las taras achacables a los integrantes de la primera hornada del post-2000. ¿Qué otra cosa se puede esperar de quienes (ya) no leen poesía, creen que la bohemia lo es todo, garrapatean cuartillas -en el mejor de los casos- una vez al mes, y ni siquiera manejan aceptablemente la gramática? En sus vidas la poesía significó apenas un efímero arrebato post adolescente.



Este balance no es gratuito ni peca de ampuloso. Es tan pobrísimo el papel que hasta el momento jugaron los susodichos -mejor olvidemos sus nombres- que el mote (“generación perdida”) les calza como epitafio a nicho.




sábado, 23 de julio de 2011

DeBonsái


Acaba de publicarse la revista de literatura DeBonsái.

De venta en puestos de periódicos…


DIRECCIÓN

Javier Núñez
Vicente Ytusaca


CONTACTOS

dorianjavier23@hotmail.com
951024651


CONTENIDO


ARTÍCULOS

  • Alberto Mostajo: Un viaje sin retorno. El poema XI desde la perspectiva del análisis del discurso / Javier Núñez

  • Tratado del cielo y del infierno (ortodoxias y heterodoxias en la poesía puneña post-2000) /Darwin Bedoya

ENTREVISTA

  • Encuentro de otras sombras: Una entrevista con un infeliz que quiso llegar al paraíso / Vicente Ytusaca

CREACIÓN

  • Poemas / Saúl Castellanos
  • Poemas / Vicente Ytusaca
  • Desfiebre y pasión (poemas) / Alexander Hilasaca
  • Germen (poema) / Luis Incacutipa
  • La predicción (mini ficción) / Javier Núñez
  • Blanco en negro (prosa lírica) / Ditmar Castro

HOMENAJE

  • Eternamente Vallenas / Edyson A. Quispe

RESEÑAS:

  • Leve ceniza, de Darwin Bedoya
  • Asesinas, de Javier Núñez
  • Narrativa puneña contemporánea, de Percy Zaga
  • Horas de sirena, de Luis Pacho
  • Cuerpo enamorado, de Carlos Mendoza
  • La bahía, de Feliciano Padilla