domingo, 14 de octubre de 2012

Un fragmento de "Laberinto"

Laberinto, la segunda novela de Javier Núñez, sale a la luz bajo el sello editorial de Hijos de la Lluvia. En esta novela se rastrean los pasos de un posible asesino, y al final todos resultan ser asesinos; incluso el propio autor...; una novela basada en Ciro y Rosario...

Aquí un fragmento del Capítulo V:
 




 
***

Y llegamos a la puerta del laberinto…, los dos, como dos almas suicidas, adivinando nuestros pasos. Yo me sentí Ariadna, y Gabriel, Teseo. Yo deseaba que Teseo fuera Christian, y no Gabriel. Ahí debió estar el monstruo…, esperándonos. Quizá el monstruo era Gabriel, de quien debía liberarme Christian, en su condición de Teseo… En aquel laberinto todo era posible. Era cuestión de encontrar la pieza clave y armar el rompecabezas… Estaba segura de que Gabriel jamás encontraría esa pieza que hacía falta. Y si no lograba armar el rompecabezas nunca saldría de aquella encrucijada. Estaba completamente segura de que sus pasos lo llevarían hacia el infinito, hacia la eternidad… De ser así, jamás volvería a verlo…
Me asomé a la puerta del laberinto, con cierto cuidado, tanteando mis pasos. Todo era oscuro, apocalíptico… Fue como mirar el reino de la muerte…, o el infierno… Sentí un pánico extraño, como si ya habría muerto… Entonces pensé, tengo que encontrar mis pasos y salir de este laberinto, infierno, pesadilla o como se llame…
—Entraremos a consumar nuestro amor infinito —dijo Gabriel.
Permanecí callada, como quien planea fugar o desaparecer… Ahí estaba Gabriel, mirándome, aún fuera de peligro…
—¿Qué te pasa? —dijo él—, ¿estás arrepentida de venir…?
—Adentro hay un monstruo —le dije—, tienes que matarlo…
—No te preocupes, princesa, lo haré…
—Gracias, mi querido Teseo…
—Necesito una cuerda para poder regresar…
—Tengo un cordel —le dije.
—¿De dónde sacaste ese cordel? —preguntó Gabriel, sorprendido.
—Magia…, practico magia blanca…
Él se echó a reír… Luego se amarró el cordel a la cintura y entró con pasos seguros, con la linterna en la mano…
—Teseo querido, no te demores…
—Regreso en seguida…
Diez minutos después agarré la navaja y corté la cuerda. Tenía que haberlo hecho, ya que Gabriel no era Teseo. Yo tampoco era su Ariadna… De esa manera evité el engaño para la posteridad. Y Gabriel ya no pudo regresar. Sus pasos se perdieron en las profundidades del laberinto. Seguramente habría muerto tratando de encontrar el camino de regreso…