domingo, 26 de diciembre de 2010

A propósito de "Salomé y otros cuentos"


Quiero compartir con ustedes algunas experiencias literarias… Hablaré brevemente de dos aspectos: primero, de los temas que se desarrollan en este libro; y segundo, de las motivaciones que a un escritor o poeta les impulsan a escribir una obra literaria.

Con respecto al tema…

No determiné deliberadamente el tema ni los personajes; sólo me di cuenta cuando el libro ya estaba publicado y alguien me lo comentó. Los temas que predominan son el erotismo, el deseo sexual, el misterio hedonista, y otros tópicos afines… Según mi percepción, todo ello constituye la otra cara del amor… O sea, el amor entendido en su acepción tradicional, no existe…, en su lugar existe el deseo. Esto es, unos con otros nos deseamos: un hombre desea a una mujer, y ella a él. De ahí que los conceptos como la fidelidad, el amor eterno (o puro), etc., pierden sentido.

En última instancia, ¿qué es el amor? El amor es un imaginario que uno concibe en la mente. Dicho imaginario es un molde que la cultura nos impone… En consecuencia, el amor es el ropaje del deseo… Por ejemplo, esa frase trillada: “te amo” es simplemente un pretexto para acostarse con otro… De manera que el sexo es como tomarse un trago o como servirse un ceviche…

Por otro lado, los temas de la buena literatura no se eligen, tampoco se escriben pensando en beneficios económicos. Se escriben porque se ama la literatura, por el gusto de vivir mundos inventados, por la exigencia de las fuerzas demoníacas que pueblan la mente de los escritores… La literatura es el ejercicio de la libertad, sólo comparable con el sueño. Ejercer literatura es rebelarse contra las normas conservadoras, la infelicidad, la realidad hostil, etc. Sin embargo, esa subversión no debe entenderse como lo hacen los marxistas (también los indigenistas), quienes, a su manera, escriben literatura comprometida cargada de ideología. El resultado es un panfleto político o una pieza folclórica. La ideología siempre resta la calidad literaria al cuento, la novela o el poema. La literatura, más bien, está comprometida con el arte, con la búsqueda de la perfección, de la belleza; está comprometida con la exploración de los grandes problemas de la existencia humana…

Ahora voy a referirme brevemente a las motivaciones que les impulsa a los escritores o poetas a escribir un cuento, una novela, o un poema.

En la literatura, las motivaciones para escribir son varias, y generalmente son inconscientes. Normalmente, el escritor o el poeta no puede explicarlo racionalmente por qué eligió tal y cual tema, por qué tales personajes. Como decía Borges, el escritor no elige el tema, más bien el tema elige al escritor… Cuando se escribe, básicamente, se hace fluir la inconsciencia; escribir es como describir un sueño… Con Sábato diríamos que el escritor explora sus fantasmas, sus demonios, obedece a las fuerzas sobrenaturales, de tal manera que describe las partes más oscuras del alma… Esas fuerzas inconscientes (o los fantasmas del escritor) son quienes “dictan” a los escritores los pasajes más intensos de sus novelas, esas escenas donde el lector abandona la realidad y se sumerge en la ficción para sentir con el personaje las mismas emociones, esos episodios donde el lector y el personaje se convierten en un solo sujeto…

Sin embargo, hay que reconocer que la realidad es el punto de partida de la creación literaria. Precisamente, la sensibilidad hace que un poeta o escritor percibe más allá de las simples acciones que la gente común no lo ve… Es decir, el escritor explora la otra cara de la vida y la expresa a través de una obra literaria…


Discurso leído en la presentación de "Salomé y otros cuentos" (III Festival de Libro Arequipa, 2009)

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