Por Javier Núñez
El Grupo Editorial Hijos de la Lluvia, bajo la dirección de Walter Bedregal, acaba de publicar Contra todo silencio, de Percy Zaga. El libro en referencia es una especie de antología personal que agrupa los poemas más resaltantes de las obras publicadas por su autor: A Mayte (1968), Mi país (1971), Cinematógrafo de lienzo y bambú (1992), Poemas (1988) y Mi ciego, mi gallo y tú (2003).
Percy Zaga (Puno, 1945) es uno de los poetas más talentosos de la Promoción intelectual Carlos Oquendo de Amat. Fundó el Grupo de Arte Utaraya y el Grupo Qlisgen, también el Centro Federado de Periodistas y el Colegio de Periodistas. Dirigió Don Pepe y Cancionero del Folklore Puneño. Participó en la edición de la revista de literatura Sur Intenso.
Los poemas de A Mayte (1968) configuran un universo subjetivo donde el protagonista es precisamente Mayte, nombre poético de la mujer amada. Para ti / el mundo canta / sentado… Como se advertirá, aquí observamos los niveles de percepción que el sujeto lírico tiene de ella. El punto de referencia es Mayte, es el objeto sensible, que constituye la mira del sujeto lírico. Mayte aparece como el centro de atención de todos. Su resplandor y su belleza son intensos (La luna / y las estrellas / entonan para ella), que constituyen el punto de admiración del sujeto lírico, quien transita desde la contemplación hacia el enamoramiento: Los grillos / alegres cantan / amores…
En otro poema se lee: Si fueras mariposa / te guardaría en mi cuaderno / para recordar la tarde / que corría por tu campo… En estos versos, el sujeto lírico configura los grados de posibilidad de sus actos, es decir, qué actos realizaría y cuáles no. Otra vez, el punto de referencia es Mayte. Se aprecia una proximidad íntima entre el observador (sujeto lírico) y el objeto sensible (Mayte). Los actos del sujeto lírico varían según las mudas (por decirlo así) del objeto sensible. Es decir, el sujeto lírico actúa según los movimientos de Mayte. En suma, Mayte representa los distintos grados del poder, y el sujeto lírico, los distintos grados de la sumisión.
Te busco / en el bolsillo olvidado de mi saco de invierno, / te espero / sentado en la pena tibia de las viudas, te nombro… La proximidad entre el observador y el objeto sensible es nula; no existe una relación directa. El recuerdo de Mayte es intenso, en cambio, la extensión es débil, o sea, Mayte no ocupa ningún espacio concreto, no está presente, no existe. Entonces, la mira del sujeto lírico apunta a una recreación de Mayte, es decir, Mayte sólo existe en el recuerdo del sujeto lírico. De modo que, el objeto sensible (Mayte) no se constituye en una presencia concreta sino en una presencia según los grados de la abstracción…
En los siguientes versos: Mayte / pálida página de mi vida, / ahora tendrás /otro nombre que colgar / del viento…, otra vez Mayte se configura en una presencia débil. La cual nos remite al recuerdo. Entonces, según los grados de la temporalidad, Mayte va perdiendo presencia. Antes, su resplandor era intenso, concentrado en un espacio concreto; ahora, su luminiscencia es débil, y llegará un momento en que desaparezca definitivamente.
En Mi país (1971), el sujeto lírico se presenta como un observador de la realidad, y la configura desde distintos puntos de vista. De modo que el objeto sensible es la realidad concreta que se vive en el país. Se pueden avizorar distintos grados de inconformidad con respecto a la situación actual, en el plano político y social. Es decir, el sujeto lírico opta una posición de inconformidad con la realidad que percibe. Entonces, sale a la palestra, concentrada intensamente y extendida en un espacio amplio, una realidad caótica, donde los protagonistas son vistos negativamente: En mi país / gobiernan los lagartos. (…) Dan decretos, se orinan / dan leyes, se orinan; / dan saliva y no se orinan…
Con respecto a Cinematógrafo de lienzo y bambú (1992), César Toro Montalvo dice, “Propiamente no es un libro. Podría afirmarse que es la copa de un paraguas, o una página impresa en ese formato de octaedro. (…) Cinematógrafo de lienzo y bambú está conformado por 16 poemas. Sus versos son cristalinos, de timbre surrealista y filosófico”.
Sobre Poemas (1988), Boris Espezúa señala que “La poesía de Percy Zaga se ha caracterizado por los versos cortos y su musicalidad oquendiana. (…) El símbolo es inmanente en su poesía, el propio poeta es el símbolo de una transferencia, es una búsqueda, y es en esa línea que Percy Zaga desarrolla la mayor efectividad de su poesía…”
El Grupo Editorial Hijos de la Lluvia, bajo la dirección de Walter Bedregal, acaba de publicar Contra todo silencio, de Percy Zaga. El libro en referencia es una especie de antología personal que agrupa los poemas más resaltantes de las obras publicadas por su autor: A Mayte (1968), Mi país (1971), Cinematógrafo de lienzo y bambú (1992), Poemas (1988) y Mi ciego, mi gallo y tú (2003).
Percy Zaga (Puno, 1945) es uno de los poetas más talentosos de la Promoción intelectual Carlos Oquendo de Amat. Fundó el Grupo de Arte Utaraya y el Grupo Qlisgen, también el Centro Federado de Periodistas y el Colegio de Periodistas. Dirigió Don Pepe y Cancionero del Folklore Puneño. Participó en la edición de la revista de literatura Sur Intenso.
Los poemas de A Mayte (1968) configuran un universo subjetivo donde el protagonista es precisamente Mayte, nombre poético de la mujer amada. Para ti / el mundo canta / sentado… Como se advertirá, aquí observamos los niveles de percepción que el sujeto lírico tiene de ella. El punto de referencia es Mayte, es el objeto sensible, que constituye la mira del sujeto lírico. Mayte aparece como el centro de atención de todos. Su resplandor y su belleza son intensos (La luna / y las estrellas / entonan para ella), que constituyen el punto de admiración del sujeto lírico, quien transita desde la contemplación hacia el enamoramiento: Los grillos / alegres cantan / amores…
En otro poema se lee: Si fueras mariposa / te guardaría en mi cuaderno / para recordar la tarde / que corría por tu campo… En estos versos, el sujeto lírico configura los grados de posibilidad de sus actos, es decir, qué actos realizaría y cuáles no. Otra vez, el punto de referencia es Mayte. Se aprecia una proximidad íntima entre el observador (sujeto lírico) y el objeto sensible (Mayte). Los actos del sujeto lírico varían según las mudas (por decirlo así) del objeto sensible. Es decir, el sujeto lírico actúa según los movimientos de Mayte. En suma, Mayte representa los distintos grados del poder, y el sujeto lírico, los distintos grados de la sumisión.
Te busco / en el bolsillo olvidado de mi saco de invierno, / te espero / sentado en la pena tibia de las viudas, te nombro… La proximidad entre el observador y el objeto sensible es nula; no existe una relación directa. El recuerdo de Mayte es intenso, en cambio, la extensión es débil, o sea, Mayte no ocupa ningún espacio concreto, no está presente, no existe. Entonces, la mira del sujeto lírico apunta a una recreación de Mayte, es decir, Mayte sólo existe en el recuerdo del sujeto lírico. De modo que, el objeto sensible (Mayte) no se constituye en una presencia concreta sino en una presencia según los grados de la abstracción…
En los siguientes versos: Mayte / pálida página de mi vida, / ahora tendrás /otro nombre que colgar / del viento…, otra vez Mayte se configura en una presencia débil. La cual nos remite al recuerdo. Entonces, según los grados de la temporalidad, Mayte va perdiendo presencia. Antes, su resplandor era intenso, concentrado en un espacio concreto; ahora, su luminiscencia es débil, y llegará un momento en que desaparezca definitivamente.
En Mi país (1971), el sujeto lírico se presenta como un observador de la realidad, y la configura desde distintos puntos de vista. De modo que el objeto sensible es la realidad concreta que se vive en el país. Se pueden avizorar distintos grados de inconformidad con respecto a la situación actual, en el plano político y social. Es decir, el sujeto lírico opta una posición de inconformidad con la realidad que percibe. Entonces, sale a la palestra, concentrada intensamente y extendida en un espacio amplio, una realidad caótica, donde los protagonistas son vistos negativamente: En mi país / gobiernan los lagartos. (…) Dan decretos, se orinan / dan leyes, se orinan; / dan saliva y no se orinan…
Con respecto a Cinematógrafo de lienzo y bambú (1992), César Toro Montalvo dice, “Propiamente no es un libro. Podría afirmarse que es la copa de un paraguas, o una página impresa en ese formato de octaedro. (…) Cinematógrafo de lienzo y bambú está conformado por 16 poemas. Sus versos son cristalinos, de timbre surrealista y filosófico”.
Sobre Poemas (1988), Boris Espezúa señala que “La poesía de Percy Zaga se ha caracterizado por los versos cortos y su musicalidad oquendiana. (…) El símbolo es inmanente en su poesía, el propio poeta es el símbolo de una transferencia, es una búsqueda, y es en esa línea que Percy Zaga desarrolla la mayor efectividad de su poesía…”
“En Mi ciego, mi gallo y tú (2003) —dice Omar Aramayo— hay un ligero golpe de timón en relación a su poesía anterior. La mirada interior descubre la condición y la naturaleza humana. Cuánto quisiera uno, salir de estas cajas locas, y asumir la existencia más allá de las entelequias egurenianas. Pero el tacto de la razón se topa, torpe, indefectiblemente con la cruel realidad. Los símbolos evidencian las atrocidades del destino humano, las dificultades de la trascendencia, el embotamiento de la mente y finalmente la aceptación de nuestras limitaciones.”
Para terminar, Contra todo silencio recoge lo mejor de la producción poética de Percy Zaga, desde su primer libro hasta el último. Esta publicación nos permite conocer de cerca la trayectoria literaria de uno de los poetas más prominentes de nuestra literatura.
Para terminar, Contra todo silencio recoge lo mejor de la producción poética de Percy Zaga, desde su primer libro hasta el último. Esta publicación nos permite conocer de cerca la trayectoria literaria de uno de los poetas más prominentes de nuestra literatura.
Este artículo fue publicado en el diario Correo (Puno), 27/02/12