Javier Núñez
Un hombre está parado sobre un puente, mirando las aguas agitadas del río. Nadie sabe en qué está pensando ni por qué está allí. A juzgar por sus ojos se diría que está preocupado. De pronto suena su teléfono móvil. Lo alza desesperado del bolsillo de la chaqueta. En el acto presiona la tecla indicada. Nadie sabe quién lo ha llamado y qué le ha dicho. La mera verdad es que arroja el aparato y se lanza al río.
Un hombre está parado sobre un puente, mirando las aguas agitadas del río. Nadie sabe en qué está pensando ni por qué está allí. A juzgar por sus ojos se diría que está preocupado. De pronto suena su teléfono móvil. Lo alza desesperado del bolsillo de la chaqueta. En el acto presiona la tecla indicada. Nadie sabe quién lo ha llamado y qué le ha dicho. La mera verdad es que arroja el aparato y se lanza al río.
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